Education is often about posing and seeking answers to difficult questions.
Ironically, a week or so before Hurricane Helene devastated our region, our 9th grade students read Genesis 6-9 in World Civ I. These chapters recount the story of Noah and the flood. This verse has frequently come to my mind the past several days: “and the waters shall never again become a flood to destroy all flesh.”
And yet, we have just seen floods do incredible damage to both life and property here in the mountains. We have seen television images similar to the destruction of Chimney Rock or Hot Springs before. But this not only hit close to home. It hit our home, our mountains, our valleys, our parishes, families, friends and neighbors. My family went through this experience comparatively unscathed, but, like you, I have heard harrowing stories.
This raises a difficult question, one which Christians and non-Christians alike have wrestled with for ages. St. Thomas Aquinas put the problem this way: “A wise provider excludes any defect or evil, as far as he can, from those over whom he has a care. But we see many evils existing. Either, then, God cannot hinder these, and thus is not omnipotent; or else He does not have care for everything” (ST.I.Q22.A2.Obj2).
This difficult problem, and ones like it, are questions we neither avoid nor trivialize at Canongate. We go as far as faith and reason can take us to understand the things that vex and perplex, but in humility we also admit there are things beyond our understanding. “The secret things belong to the Lord” (Deut. 29:29). As for those secret things, we believe that “God works all things together for good to those who love him” (Romans 8:28). May God bring us to the place where, like Job, we can say, “though he slay me, yet will I praise him” (Job 13:15).
Finally, many, many thanks to those of you who spent time and treasure the past few weeks praying for and providing resources for the people of Western North Carolina. We are quickly entering the long-term process of rebuilding lives, structures and infrastructures. Thanks be to God, our Canongate students, families and faculty are well. There were various degrees of hardship experienced, but no loss of life. Many of us were able to help others, either through organized efforts or just through being good neighbors and family members. Most, if not all of us, also experienced the blessing of being on the receiving end of works of charity by others. We returned to class on October 14th and continue the mission of preparing saints for the Church Militant and the Church Triumphant.
Preguntas difíciles
La educación implica muchas veces formular y buscar respuestas a preguntas difíciles.
Irónicamente, una semana o algo así antes de que el huracán Helene devastara nuestra región, nuestros estudiantes de noveno grado leían Génesis 6-9 para la clase de Civilizaciones del Mundo I. Estos capítulos narran la historia de Noé y el diluvio. Este verso ha venido frecuentemente a mi mente en estos días: “y las aguas no serán ya más un diluvio que destruya toda carne.”
Y aun así, acabamos de ver prácticamente diluvios hacer un daño increíble tanto a la vida como a las propiedades aquí en las montañas. Hemos visto por televisión imágenes similares a la destrucción de Chimney Rock o de Hot Springs anteriormente, pero nunca golpear tan cerca del hogar. Esta vez golpeó nuestro hogar, nuestras montañas, nuestros valles, nuestras parroquias, familias, amigos y vecinos. Mi familia atravesó esta experiencia relativamente ilesa, pero, como ustedes, he escuchado historias desgarradoras.
Esto levanta una pregunta difícil, una con la que cristianos y no cristianos han luchado por siglos. Santo Tomás de Aquino presenta el problema de esta manera: “Todo sabio previsor, en la medida de lo posible excluye el defecto y el mal de aquello que está bajo su cuidado. Pero vemos que hay mucho mal. Por lo tanto, o Dios no lo puede impedir y, de ser así, no es omnipotente; o no cuida de todo.” (S.T., I, q22, a2, o2).
Este difícil problema, y otros como éste, son cuestiones que no eludimos ni trivializamos en Canongate. Vamos tan lejos como la fe y la razón nos permitan entender asuntos que nos perturban y dejan perplejos, pero en humildad admitimos también que hay cosas que van más allá de nuestro entendimiento. “Los misterios pertenecen al Señor, nuestro Dios” (Dt 29, 28). En relación a esos misterios, creemos que “todas las cosas cooperan para el bien de los que aman a Dios” (Rm 8, 28). Que Dios nos conduzca al sitio en donde, como Job, podamos decir: “aunque Él pueda matarme, seguiré esperando en Él” (Jb 13, 15).
Finalmente, muchas, muchas gracias a todos aquellos de ustedes que han gastado tiempo y recursos en las últimas semanas rezando y proveyendo a las personas de Western North Carolina. Rápidamente estamos entrando en el largo proceso de reconstruir nuestras vidas, estructuras e infraestructuras. Gracias a Dios, nuestros estudiantes de Canongate, sus familias y nuestro grupo docente están todos bien. Hemos experimentado distintos niveles de adversidad, pero nadie ha perdido la vida. Muchos de nosotros hemos sido capaces de ayudar a otros, tanto a través de esfuerzos organizados como de ser simplemente buenos vecinos y miembros de la familia. Muchos, si no es que todos nosotros, hemos experimentado la bendición de ser los receptores de los trabajos de caridad de otros. Hemos vuelto a clases el 14 de octubre y continuamos la misión de preparar santos para la Iglesia Militante y para la Iglesia Triunfante.